sábado, 20 de febrero de 2010

La Hoya, 4.300 msnm, rumbo al Plomo, Región Metropolitana, Cordillera Central.
En la empresa de entrenar al Plomo y de paso acompañar a los 12 malayos que el fin de semana del 13 y 14 de febrero de 2010 hicieron cumbre al macizo de montaña, madrugamos el sábado para emprender aventura a La Hoya junto a Gustavo Concha y Martín Correa (notable cordada!). Aquí les va una panorámica del lugar-objetivo.

Claramante entusiasmados, pero nadie nos libró de las horas de ascenso con peso. Ese era mi objetivo al menos para ver cómo me iba en la empresa. La caminata finalmente duró 8 horas y media, mucho tiempo, pero fue sin duda notable escuela para aprender en estas artes de los ascensos. Y el aprendizaje colectivo tiene ese sabor que hace más dulce que agraz el esfuerzo. En la imagen, Gustavo y Martín. Luego una avecilla nos anunció la llegada a Piedra Numerada.

Veníamos cansados, pero firmes en el propósito!

Una panorámica de Piedra Numerada, lugar cuyo nombre se debe a que los arrieros se detenían allí para contar a sus animales.

Luego de una pausa, seguimos la andanza. Yo subía realmente cansada, pero gracias al apoyo de mi cordada, cumplimos el propósito.

Animoso Martín, aunque se detenía en cada piedra que invitaba al descanso, y yo... le acompañaba.

En el fondo, había que sacar fuerzas de bien profundo... aunque para posar, no faltaban las sonrisas!

Martín llegando un poco apunado. Y ya en la Hoya, con Gustavo descansando.

Muy amable la Xime, parte del grupo que logró cumbre ese día en el Plomo, nos ayudó a armar la carpa.

Después de tomar aire, dimos un paseo por los alrededores con Martín para posar y luego con los chicos celebrando nuestra llegada y su ascenso con una copa de vino que llevó Gustavo, salut!


Una panorámica del Plomo al atardecer.

Y la espontánea de los dos grupos, nuestra cordada y los que subieron al Plomo, guiados por Jorge Baldrich.

Una cordada de lujo! Y dos espontáneas del descenso con Samantha, quien se sumó a nosotros y otra con Jorge, quien me llevó mi mochila. El descenso lo hicimos en 4 horas, bastante mejor que el ascenso y de verdad agradecida por lo compartido y lo aprendido en la montaña con Gustavo y Martín. Gracias chiquillos!


Lo que sigue... más ascensos con peso, para entrenar y seguir amansando los zapatos nuevos!

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